Un paseo por el Valladolid de los 80
La fotografía, como otros testimonios gráficos, ha tenido diversas utilidades a lo largo de la historia. Si bien sus primeros usos fueron meras reinterpretaciones pictóricas, pronto surgieron otros fines con los que estamos más familiarizados hoy en día. Así, pronto nació la denominada fotografía de recuerdo (imágenes familiares, retratos, etc), la fotografía comercial, la bélica, la artística…pero sin duda la que posiblemente más ha aportado al campo del conocimiento posterior es la fotografía histórica.
Desde siempre nos han fascinado esas antiguas y cuarteadas fotografías en blanco y negro. Es innegable el atractivo que una imagen fotográfica despierta en nosotros. No sólo por sus cualidades estéticas, tan separadas del ideal actual, sino por la capacidad que estas tienen de activar nuestra imaginación tratando de recrear esas escenas y las gentes retratadas. Las imágenes antiguas tienen la excepcional capacidad de trasladarnos a épocas anteriores y situaciones diferentes, de generarnos cierta nostalgia.
Estas viejas y descoloridas imágenes, a veces escondidas bajo un cristal casi opaco por el paso del tiempo, nos permiten conocer un fragmento del pasado; un instante de la vida congelado. Observar cómo eran las costumbres y las actividades diarias, reconocer a gentes que antaño fueron ilustres personajes y hoy sólo recuerdo en los libros o asistir a los acontecimientos sociales más relevantes de una comunidad o de un grupo familiar mucho tiempo después.
Hoy no nos queremos trasladarnos tan atrás en el tiempo, pero si os invitamos a recordar cómo era Valladolid hace unas décadas. A través de una selección de imágenes del archivo Luis Laforga realizamos un recorrido por el Valladolid de los años 80 para apreciar cómo ha cambiado y evolucionado nuestra ciudad y de paso recordar algunos acontecimientos que muchos vallisoletanos tienen aún presentes en su memoria pese al paso de los años.